Vivimos en una época en que todo conocimiento queda resumido en un titular (o en un mensaje corto que viene a ser lo mismo). Frases cortas como método de apropiación de una realidad compleja o complejizada que se nos transmiten vía titulares de periódicos, vía comentario-frase en televisiones y que tiene su correspondencia visual en los gráficos. Todo lo que queda fuera de esa frase o visión parece no existir, parece no importar, parece ser inocua, parece ser… que vivimos metidos en una caverna donde sólo nos dejan aprehender las sombras para que seamos conscientes de la luz (la realidad-verdad). Casi todo el proyecto ilustrado (como fórmula de generación de luz) ha quedado destruido por los mismos que lo impulsaron. Una completa antítesis incapaz de generar algo que permita al ser humano ser consciente de la cruda realidad.

La mayoría de las personas jamás entran a leer una noticia, un análisis, un libro, ni intentan verificar si el titular (porque la televisión y la radio se han convertido en sucesiones de titulares), el gráfico o las palabras de este o aquel político o científico son verdad. La sociedad del espectáculo llegó para perpetuarse y alienar completamente a la persona. Si el titular dice algo como “Pedro Sánchez y la gallina muerta” aparecen setenta mil apologetas señalando al presidente del Gobierno de matar gallinas. Jamás entrarán al cuerpo del artículo, o buscarán algo más que la imagen, sino que entenderán con toda la fe que les permite su cortedad defender que Sánchez es un matagallinas. La realidad podría ser que se encontró una gallina muerta durante un paseo por el campo y la enterró. De esto viven los Inda, los Maestre, las Griso, los Jiménez Losantos y demás patulea mediática.

Quedarse en el titular o el mensaje corto tipo Twitter está afectando no sólo a la capacidad de conocer de las personas sino también a su propia autonomía. Tanto que hablan en la derecha de libertad y son incapaces de defender el conocimiento como base de la autonomía del ser. De hecho, son partidarios de este conocimiento por el titular porque desean que el ser humano sea heterónomo, es decir, actúe bajo los impulsos ofrecidos por un poder para diversos fines. Así, Ayuso puede decir cualquier barbaridad o apelar a una lucha contra el comunismo porque es consciente de que ni los suyos, ni los contrarios van a pararse a analizar si existe el comunismo en España o qué significa ser libre. Exaltan mediante el titular o el eslogan para encauzar a las masas hacia su esclavización social y política.

He llegado a comprobar, en artículos por mí escritos, que personas en redes sociales creían discernir del titular o del nombre del medio el contenido. Así se lanzaban a insultar o a señalar sin haber leído un solo párrafo. De hecho cuando les he conminado a leer el artículo se ha callado o han seguido con su monotema –reconociendo que, en esta maraña, no me queda más que titular de forma espectacular los artículos-. Son personas producto del titular, del no conocimiento, del camino hacia el matadero de la autonomía personal. Saben leer y hasta idiomas, pero son analfabetos funcionales gracias a un sistema espectacular que les ofrece algo sencillo de digerir como un titular o un gráfico como antítesis de la realidad/verdad. También los hay que escriben mucho sin decir nada, pero esos nada más que cubren sus propios egos, o los que utilizan tecnicismos para ocultar la estupidez.

No puede haber proyecto emancipador de cualquier clase mediante un conocimiento de titulares, de espectáculo constante, sin debate solvente y pausado. Da igual que miren a derecha o izquierda, todos van por ese camino de dar todo mascado a las masas para que no molesten, para que apoyen sin pensar. Hechos. Si periódicos como El país o ABC, por ejemplo, tienen dos millones de subscriptores, sus artículos no pueden ser leídos porque no son gratuitos ¿cómo pueden tener más de veinte millones de visitas al mes? Sencillo, venden titulares no información a la mayoría. De ahí que puedan titular que “Sánchez desangra a España con impuestos”, no les importa ni qué impuestos, ni a quién afectan. Ya han vendido su producto y han alimentado las sombras del conocimiento. Lo mismo hacen en los programas de televisión donde no hay análisis sino soflamas, titulares y engaño continuado. Lean los artículos y contrasten la misma noticia que les ofrezcan medios del otro lado de su espectro político. Si no pasan del titular no le están engañando, se está engañando usted mismo. Por pereza, por doctrinarismo o por alienación, pero usted mismo. De hecho, debería comprobar que lo anteriormente escrito tiene visos de realidad.

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