Las redes sociales han pasado todo el fin de semana con las imágenes de una pastora evangélica, de discurso incomprensible, en el mitin del PP para los ¿hispanos? que residen en la capital española. Un mitin que tampoco era necesario porque los pocos que acuden a votar son más de derechas que Ussía (vean las encuestas postelectorales). Al final era un mitin para aparentar algo que nadie les pide. Aparentar que también son diversos, de la agenda 2030 o lo que haga falta. Y, de paso, meter la pata con la Cumbre Iberoamericana.

Eso sí, quien se lo haya preparado ha hecho un favor a los contrarios. Ponerse a bailar una canción como el tiburón (que ya era mala cuando se publicó) y tener a la pastora evangélica es algo bastante hortera. Y en estas cosas la estética también hay que cuidarla. No era cuestión de llegar al extremo del buen gusto y llevar a lo que queda de la Fania o similar, o algún vallenato, etc., pero lo cutre no era necesario. Y para más inri lo de la pastora. Por si no han estudiado el fenómeno evangélico, aunque hace poco Capitán Swing publicó un libro muy bueno (escrito por una evangelista), han de saber que la mayoría de pastores son unos jetas, unos aprovechados y unos fariseos. Hasta una editorial como Homo Legens (que no es marxista, ni nada por el estilo), tiene libros muy críticos con el fenómeno.

La realidad es que el evangelismo, ese batiburrillo de ideas religiosas calvinistas, luteranas, anabaptistas o inventadas, es más propio del PP que el catolicismo. El espíritu trascendental, si es que lo tiene, del PP es evangélico, como lo son la mayoría de sus representantes aunque no lo sepan. Desde luego el individualismo, que en nada se parece al personalismo católico, es lo propio de cualquier pepero. Primero yo, después yo y libertad para tomar cañas (y que se jodan los rojos). Cierto es que ese individualismo está presente en algunas partes del catolicismo (ya lo señalaba el cardenal Ratzinger hace años), pero no de forma tan exacerbada como en el evangelismo. Ya saben, si uno logra las máximas riquezas es porque dios ha bendecido a esa persona; o si logra lo máximo en el deporte, etc.

La riqueza, cuanto mayor mejor, es signo de la gracia de dios. Ayudar a los amigos a que también se sientan acogidos en esa bendición, ya sea mediante contratos públicos, ya sea mediante hospitales fantasma (en esto Ayuso y Bonilla se llevan la palma, deben ser casi santos), ya sea mediante la concesión de suelo público, ya sea mediante la creación de una policía política desde el ministerio del Interior. Todo es lícito porque el otro es el mismísimo Belcebú. Y en la lucha contra el mal (un mal inventado porque ya advirtió el apóstol san Pablo “Es preciso que aun bandos haya entre vosotros” 1 Cor. 11, 19) todo es lícito. El mal está en todo lo que en ese momento se invente cada cual. Porque lo que tiene el evangelismo es que cada cual acaba haciendo sus cuentas con dios de forma individual.

Esa individualidad es la que les permite a los peperos tener una moral liviana y volátil. Así pueden saltarse todos los mandamientos sin compungirse. Eso sí, para los demás son de obligadísimo cumplimiento, incluso inventándose algunos nuevos contra los demás. El segundo se lo saltan a la torera cada vez que posturean con su supuesto catolicismo. El tercero es filfa donde gobiernan porque los festivos son para trabajar. El quinto está en duda en numerosas ocasiones, directa o indirectamente. El sexto no se aplica directamente porque se pueden pedir bonos térmicos mientras se juguetea con alguna compañera de partido. El séptimo ni existe. Debió ser un error, allí en el Sinaí. Y el octavo tres cuartas partes de lo mismo (¿quién es M. Rajoy?). El noveno es horrible para sus mentes, ellos que desean todos los bienes terrenales. Y el décimo tres cuartos de lo mismo, los bienes públicos les encanta entregarlos a manos privadas.

Evangélicos para ahorrarse lo moral propio pero instigar contra los demás moralmente. Y no sólo es de los peperos, también de todos los medios que están entregados a su causa (ya sea por convicción, o por subvención). Aplican la moral a los demás pero no a los suyos. ¿A que sí Rubido, Inda, Marhuenda, Losantos, Quintana…? Es cojonudo ser evangélico piensan en el PP y como los pastores a pillar el diezmo, cada vez que pueden, de los empresarios. Lo dicho, fieles evangélicos con toques calvinistas. Así que no debe extrañar que una pastora/sanadora sea una fiel pepera. La realidad es que puesto a pasearse ante personajes extraños, nada mejor que algún baptista del sur con sus serpientes (hubiesen encabronado a los animalistas).

Post Scriptum. Podrían haber evitado invitar a un piadoso opusdeísta como Martínez Almeida. El hombre lo pasó mal escuchando todas esas herejías y chamanismos. No tienen consideración ni con los suyos.

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