Enredados en sus cosas, en sus pesares cotidianos, en vivir su vida lo más dignamente que se pueda seguramente no se han parado a pensar la transformación tan radical que ha sufrido el parlamento como lugar de debate, discusión, racionalidad y búsqueda del bien común. Ninguna de esas características que posiblemente les resulten lógicas y necesarias en términos parlamentarios permanece desde que la derecha extrema y la extrema derecha ocuparon sus curules. Ni hay debate, ni hay discusión, ni existe un atisbo de racionalidad y mucho menos parece haber preocupación por el bien común, el cual está dejando de ser el más común de los bienes políticos. Cada cual a lo suyo y ninguno a lo de todos, con excepciones. Respecto a esto último vean cómo los independentistas si rascan algo loas para el presidente, si no es más falso que una moneda de tres euros. Regionalistas como Compromís siguen en esa estela de mí, me conmigo o ya no te ajunto (no dejan de ser nacionalistas en el fondo). Lo mismo ocurre con la derecha una y trina y, de vez en cuando, la izquierda se deja arrastrar al barro y la mezquindad.

El parlamento ha pasado de ser un lugar de seres humanos al refugio de las bestias. Granja y no zoológico porque no tienen intención de salir de allí y dejar la mamandurria para trabajar, que es algo muy cansado e igual hasta pagan el SMI. Una granja de animales donde hay cotorras, cacatúas, gorilas, chimpancés, elefantes, lobos, alguna lechuza hegeliana, camaleones, osos que hibernan en sede parlamentaria, mandriles que aprovechan los baños públicos para la cosa del sexo o de sustancias ilegales (esto es verídico) y había alguna hiena que ha sido trasladada al senado, que también ha visto transformada su vida. Si antiguamente algún ministro comía piensos Sanders y mugía, hoy en día la bestialidad es mucho mayor. No es en sí un problema de la política espectáculo, sino del grado de disfuncionalidad que la mezcla de espectáculo y digitalización ha provocado. La política como espectáculo se lleva desarrollando desde hace décadas pero se guardaban las formas o el arte de la retórica. Hoy en día en un mundo que lee, ve o escucha en digital y, por tanto, es incapaz de asimilar mensajes largos y que hagan pensar en profundidad, queda la algarada, la búsqueda constante de lo emotivo, lo chusco, lo burlesco, la degradación total. Esto se extiende de derecha a izquierda pero desde la llegada de Pablo Casado, Albert Rivera (y su sosias Inés Arrimadas) y Santiago Abascal el discurso ha dejado paso al gruñido. En su momento Podemos llegó de forma similar haciendo performances (aún siguen en algunos momentos en eso) pero el contexto les recondujo hacia algo más moderado en las formas cuando menos. Ahora el trifachito ha destruido el parlamento en su sentido clásico y democrático.

Si se fijan en las sesiones parlamentarias (con aforo reducido y todo) no podrán recordar ni un solo aspecto discursivo de las mismas, salvo alguna cosa del gobierno o parlamentario suelto. Todo son insultos, señalamientos, chuscadas o directamente imbecilidades impropias de quienes dicen representar la soberanía nacional. Que si el padre de uno es terrorista, que si el otro es un ser venenoso (por cierto Casado aprenda historia y vea quién era el encargado de entregar la cicuta y su función como en este libro de Pilar Pavón, La cárcel y el encarcelamiento en el mundo romano) o que si me has mirado mal con el ojo bailón que tienes. Insultos, improperios y mucha incultura. Cierto que los diputados y las diputadas no tienen por qué ser doctos en mil saberes, cualquier persona debería poder ser elegida, pero ya que todos y todas exhiben sus títulos (aunque sean con truco) al menos que demuestren que no han sido regalados o pagados en universidad privada. Si exceptuamos la estupidez de acusación al marxismo de todos los males que hacen desde la extrema derecha, saben perfectamente lo que dicen y por qué lo dicen, el resto es una muestra de falsa pedantería como quien llega al estrado con numerosas citas recopiladas en una web de citas célebres y la encaja, o hablando de autores que seguramente ni hayan leído. Artificios para, al final, no sacar nada de la cita sino que se utiliza para lanzarla al otro con aviesas intenciones. En el caso de Casado, conociendo su nesciencia y mitomanía, ni eso, le basta con gruñir y sacar cifras inventadas o descontextualizadas. Un pepero que ya ni guarda el luto a los muertos, por cierto.

Desde que Abascal y Casado están en el parlamento se ha dejado de hablar de política para pasar, en el mejor de los casos, a hablar de politiqueo, que es un cosa bien distinta. En el mejor de los casos porque en la mayoría de los días ni eso. Insultar al contrario para intentar reducirle a la condición de prescindible y por tanto matable, en términos políticos. Hasta los monos respetan al macho alfa mientras ejerce la jefatura del grupo más que Casado y Abascal. Eso sí, ante el jefe del Estado, el hijo del expatriador de divisas y comisiones ilegales, se postran de la misma forma que los chimpancés. Desde que están Casado y Abascal ya no hay política en el parlamento y arrastran al gobierno y el PSOE en muchas ocasiones. Todo por figurar en los vídeos que se trasmiten vertiginosamente tomando la chuscada, la tontería, el insulto, la gracieta y así poder aparecer en alguno de los programas de la telebasura. Lo digital sin duda aborrega a los políticos de la misma forma que a las masas pero hay mecanismos para evitarlo aunque en la derecha no quieren. Están felices en el refugio de las bestias porque entre animales acaba venciendo el más fuerte, piensan, y como se saben con el respaldo de los medios de comunicación y la clase dominante (por cierto tito Florentino ha levantado el veto de las críticas a Ciudadanos) creen que rebajándose a la mínima condición animal vencerán. Para su desgracia el mundo digital realmente no existe, es la nada porque acaba siendo fachada y media verdad lo que allí se expone. Por muchos me gustas que se tengan la realidad es otra y en esa otra realidad viven millones de personas. Como muestra, en cuanto han abierto las terrazas e ir al chalet de la sierra los que pedían libertad han desaparecido (y el mandril madrileño avisando del peligro que podría haber en esas revueltas). El mundo digital condiciona brutalmente lo que pasa en el parlamento pero la realidad, lo material acaba superando a la ficción siempre. El coronavirus lo ha demostrado pero las bestias siguen siéndolo en digital o en analógico.

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