Y utilizo el disfemismo peyorativo y soez de «maricón» para descalificar a los agresores y acosadores homófonos, jamás a los homosexuales.

Partamos del axioma de que la sexualidad reside en el cerebro y no en los genitales.

Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, dijo que todos nacemos bisexuales, y afirmó que, ver en otros sentimientos inaceptables que residen en uno mismo, desencadena la homofobia, o lo que viene a decir, la homosexualidad reprimida, vuelve agresivo al reprimido, con aquel que la exhibe.

La universidad de Georgia publica en la revista Psychology Today, que los hombres homófonos se excitan más con la pornografía homosexual, que los que no lo son.

Y gran parte de la culpa es de todas las malditas sectas religiosas, sus rancios mandamientos, condicionamientos y prejuicios. En nuestro involucionista reino, la pedófila “santa” madre iglesia católica, apostólica y marrana, en connivencia siempre con la retrógrada derechona, plagada de bravucones, muy machos, y muy españoles todos ellos, machirulos uniformados, políticos fascistas, y fantoches abanderados de la hombría. Defensores a ultranza del último mandato del golpista y asesino, Francisco Franco; la unidad de la patria, de la “Una, Reducida y Cautiva”, prepotentes y reaccionarios, al mismo tiempo que, sumisos, esclavos y subordinados, de otros hombres de mayor graduación militar o rango social. Jerarquías éstas, como la clerical, necesitada de estudios psicológicos por desencadenar, en muchas ocasiones, graves trastornos de conducta.

Si fuésemos civilizados, empáticos y sensibles, deberíamos valorar la gran aportación y el enorme sacrificio, de los homosexuales y transexuales a la evolución humana y la libertad, y solidarizarnos con el terrible sufrimiento psicológico y emocional que padecen estos colectivos, por el rechazo de esta primitiva y cerril sociedad. Cuando, en realidad, el verdadero problema lo tienen los homófobos, tarados mentales, que sin duda, son los que deberían sufrir la marginación de una sociedad evolucionada.

Y termino, cuestionando o afirmando, cuánta homosexualidad reprimida habrá o hay, no solo en la violencia machista y homófoba, sino también en el fascismo, los genocidios, la tortura y la represión.

 

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