Habrán visto, y si no lo han hecho abajo tienen la oportunidad, un vídeo del candidato del PP en las próximas elecciones vascas a la Lehendakaritza donde parece imitar, de mala forma todo hay que decirlo, al gran Antonio Ozores. Un vídeo donde el candidato se trastabilla, balbucea, se muestra incapaz de articular un sonido comprensible y encuentra la capacidad suficiente para articular una frase completa. Es cierto que había alguna persona increpándole o explicándole algo y se le va el hilo completamente. Culpa suya no tener capacidad oratoria fuera de los lugares seguros como las instituciones. Pero lo curioso no es esa especie de tartamudeo sino cómo el inconsciente se revela en la creación de la frase y hace que Carlos Iturgaiz casi acabe diciendo lo que pensaba y no lo que le habían dicho que dijera.

Intentaba el candidato hacer un homenaje a las familias de las personas fallecidas por COVID-19, como bien les han enseñado en el argumentario del PP, politizar el dolor como siempre han hecho, salvo que ese partido fuese culpable de las muertes (por el ejemplo las del 11-M que hasta que no acabaron con Pilar Manjón y pusieron a Ángeles Pedraza, cargo y afiliada suya, no querían ir ni a los homenajes). Politizar el dolor culpando a alguien. Como desde El diario descubrieron que querían culpabilizar al gobierno de todas las muertes, esa jugada ya no puede ser a cara descubierta sino mediante eufemismos y otras trampas del habla, como recordar en cada mitin a los familiares de las personas fallecidas haciéndose pasar por sus representantes, cuando la realidad es que de haber sido por el PP en abril se habría acabado el confinamiento y hoy en día media España estaría muerta u hospitalizada. Iturgaiz, además, lleva en su inconsciente décadas de culpabilizar de casi cualquier cosa a ETA. De hecho su carrera política se ha construido alrededor de la extinta banda terrorista, tanto que parece no haberse enterado de la desaparición de la misma. De hecho querría cerrar la campaña electoral en Ermua para volver al simbolismo de la lucha contra el terrorismo etarra. Siempre revoloteando sobre los muertos como alimento político. No es extraño tampoco pues la gaviota elegida como símbolo del partido es un ave carroñera. Desde 1991 lleva viviendo del erario público con el terrorismo sin caérsele de la boca, sin desmerecer que ha estado en el punto de mira de la banda.

Ese inconsciente de culpabilizar de los muertos a ETA o al PSOE es el que se puede ver en el vídeo casi al final del mismo. Si se fijan, cuando la persona se calla y él deja de balbucear, retoma la frase y se atasca, le sale el inconsciente y dice: “Lo que estaba comentando anteriormente, que en recuerdo a los familia… a los familiares de las personas que han sido…, que han sido…, ¡ehhh!, que han muerto por la COVID-19”. Ese “que han sido” es la clave. ¿Han sido qué? ¿Cómo pueden haber sido? ¿Han sido infectadas, atacadas, soliviantadas…? Ahí , en esa duda del inconsciente en su lucha con la parte consciente, se refleja que en su fuero interno quería decir “han sido asesinadas” por ETA, por el Gobierno “socialcomunista” o vaya usted a saber por quién. El caso es que lo pandémico no encaja en su estructura mental de buscar continuamente culpables de cualquier mal. Culpables que siempre, y es siempre, son ETA o el PSOE. Por eso inconscientemente recurre a la forma verbal “han sido” no el “han muerto”. Han sido muertas por culpa de Pedro Sánchez le hubiese provocado menos bloqueo.

Iturgaiz es esa persona que contra el peligroso Vladimir Putin aprobó en el Parlamento Europeo que los agricultores españoles perdiesen un 30% de sus exportaciones y, a la vez, apoya con cariño y amor a “uno de los suyos” el autoritario Viktor Orban. Cierto que luchó contra un tipo de totalitarismo (el terrorismo nacionalista), pero desde postulados totalitarios también. Iturgaiz sólo entiende la política si el enemigo desaparecer (da igual cómo lo haga), por eso el inconsciente le juega una mala pasada y, ante la interpelación de un señor, vuelca lo interno hacia la boca y cuando estaba a punto de culpabilizar de las muertes por coronavirus a Sánchez o ETA, el consciente le salva en el último momento. No hay nada peor para un político que un contexto no controlado, discurso poco preparado y un inconsciente dispuesto a revelar la verdadera faz de la persona. Mientras reprime su verdadera opinión, porque si está en el inconsciente es que lo piensa así o fantasea con ello, en cuanto le desconectan sensorialmente acaba casi diciendo que a las personas fallecidas por coronavirus “han sido asesinadas”, por ejemplo, “por el gobierno”.

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