“El PSOE ha dejado de ser un partido aceptable para los manejos de las élites españolas” es una frase que perfectamente se podría escuchar en los mentideros del poder. El PSOE, y no Podemos, es realmente el partido que molesta a la clase dominante y por ello quieren reducirlo a la mínima expresión a ser posible. Llevan desde antes de 2015, al menos, insistiendo en la necesidad de una gran coalición a la alemana entre conservadores y socialdemócratas. Al principio de forma sibilina, soterrada, para llegar a nuestros días vociferándolo en los medios de comunicación y reuniones varias. Quieren que gobierne España un tándem PP-PSOE o PSOE-PP durante una década como poco para reorganizar la estructura sistémica, terminar las peleas entre fracciones de clase y encauzar, tras la batalla, el camino hacia la presencia con fuerza dentro de la élite global. Para conseguir esto, que no lo han conseguido, han gastado mucho tiempo y dinero en estrategias fracasadas, como se verá, más un desgaste público que era lo que pretendían evitar. Realmente, no van por ahí los tiros, que España sea una monarquía o una república es algo que les da igual. No es esa parte del sistema la que les interesa, sino la misma estructura de poder sobre la que asientan su dominio y que se está viendo afectada, paradójicamente, por sus propios tejemanejes.

Para acabar con la izquierda clásica (socialdemocracia y comunismo) inventaron y potenciaron un partido a la izquierda del PSOE que reuniese todas las demandas postmodernas, sin importar que señalase a la casta como tal, al que dieron una amplia ventana televisiva y millones de frases en los distintos medios de comunicación. O ¿piensan que la aparición diaria de toda una retahíla de personas vinculadas a Podemos se produjo porque los medios de derechas (casi todos) creían que el programa morado era la salvación de la patria? Nunca lo llegaron a entender, de hecho siguen sin entenderlo, pero les servía perfectamente para enviar hacia la derecha a un PSOE bastante tocado y sin saber hacia dónde ir. Potenciaron a Podemos contra el PSOE con la intención de reducir el espacio socialdemócrata, tal y como había pasado en Grecia o Italia, y de esta forma conseguir la gran coalición. Redujeron su espacio sin duda, pero no consiguieron su propósito sino todo lo contrario.

Mientras tanto, con un PP corrompido hasta el tuétano, sacaron del baúl catalán a un grupo de supuestos liberales que hiciese de contrapeso del populismo de izquierdas. Un populismo de derechas, bajo paraguas liberal, tan adanista como la formación morada (llegando al cuñadismo inilustrado) y que debería ocupar la posición del PP si la corrupción terminaba con el partido de la clase dominante. No lograron hundir al PP, eso casi lo logra Pablo Casado él solo, ni que Albert Rivera hiciese lo que mandaban las élites españolas para dar estabilidad al sistema, pactar un gobierno de más de ciento ochenta curules que llevase a cabo el programa deseado por la clase dominante. Se rebeló el catalán y ahora está dando biberones en su casa y sin que nadie le haga caso. ¿Cuál pudo ser el error de la clase dominante en este lado del espectro? Que se les fue la mano, azuzaron al bicho populista asalvajado y parafascista de Vox, y eso provocó la reacción de las personas de izquierdas. Muchas personas moderadas podrían haber tragado con un gobierno PSOE-Cs o haberse ido a la abstención, pero al ver a las bestias pardas volvieron a votar a partidos que se sitúan a la izquierda. En España todo el mundo quiere a su país, pero si se saca el nacionalismo a pasear ocurre que esa serpiente venenosa acaba infectando la política. Pasó con Ciudadanos, pasa ahora con Casado y pasa con Vox. Son unas élites tan inteligentes que han conseguido el mismo tipo de sociedad que hay en Cataluña a nivel estatal.

Esto es cómo se han manejado en el pasado reciente. Han conseguido acabar con Izquierda Unida (también han puesto de lo suyo desde dentro), con Ciudadanos (poco les ha durado la criatura) y ahora tienen claro que hay que dejar en nada al PSOE. De hecho, si antes era más que probable la fusión entre PP y Cs, ahora lo que tienen en mente, por cómo hablan y cómo se mueven, sería una fusión PSOE-Cs…, más bien lo que quede de ellos si su estrategia funciona en esta ocasión. Que viendo cómo han resuelto sus otras estrategias no habría que apostar a que salga bien.

Habrán visto que no se ha citado en ningún momento a Pedro Sánchez como elemento a favor o en contra de los tejemanejes de la clase dominante. En realidad da igual que esté él o un señor que pasaba por allí. El ser individual no importa para esto ya que el propio Sánchez no ha dado tampoco muestras de estar contra los deseos económicos de la clase dominante en sí, ni provocar una revolución. Es la estructura política, con todos sus elementos simbólicos, lo que se quiere destruir. Personalmente Florentino Pérez detesta a Sánchez (sólo hay que ver lo que dicen los medios por él controlados); Ana Botín según el día; el sector energético comparte algunas de sus posiciones y hay una parte del sector financiero que, en su lucha dentro del sector, no le ve con malos ojos. No es un problema de persona sino lo que simboliza lo que quieren destruir. No les va mal la existencia de partidos populistas a izquierdas o derechas, pero siempre que el centro del tablero lo controlen. Y ahí necesitan sepultar al PSOE en cuanto se pueda. No les basta con domeñarle, lo quieren destruido a nivel estatal. Saben que la enorme implantación del PSOE dificulta la operación, pero lo mismo que está sufriendo el gobierno a nivel nacional, lo pasan a nivel regional. Además, aprovechando la pandemia, las élites locales tienen una campaña contra alcaldes y presidentes de comunidad donde no gobierna la derecha. Incluso a quien los medios califican del salvador del PSOE para la democracia, Emiliano García-Page, está sufriendo la campaña de desprestigio constante. Hay que jugar con dos barajas por si salen mal las cosas.

Sienten lástima de no tener un sistema político que les permita sacarse un Macron o un Renzi de la manga, o que fomente un bipartidismo completo para sólo tener que controlar a dos partidos (reducción de la complejidad se dice), pero eso no les detiene. Hoy, de forma directa, dicen apoyar al gobierno porque necesitan los millones que el Banco Central Europeo está imprimiendo en sus talleres, mañana la historia será liquidar al PSOE.

Y llegados a este punto se preguntarán ¿por qué liquidar al PSOE si no es un partido antisistema? Razón 1: Es el partido que sostiene la lucha feminista que de verdad daña al sistema. Las magufadas y las posmocuestiones de otras parte de la izquierda “del reconocimiento” son asimilables y utilizables incluso. Razón 2: No quieren una izquierda moderada, salvo para sostener a la derecha, a nivel europeo. Una izquierda que, mal que bien, pueda insistir en modificaciones mínimas del sistema o que pueda cobijar elementos racionales, materialistas y deliberativos en su seno (por eso destruyeron los partidos comunistas y siguen señalando como el mal absoluto los rescoldos que quedan en algunos países, hoy van a por los socialistas que quedan). Razón 3: En la política espectáculo, donde hay muchas voces, mucho griterío y poca decisión, en realidad, fuera de los cauces de la clase dominante, interesan partidos sin tradición detrás, sin interés histórico en ciertas materias sociales, sino que les gustan lo que pueda desviar la atención del mangoneo. Razón 4: En la batalla entre fracciones por el control de la clase dominante que se está llevando a cabo, no se quiere un partido que pueda tomar parte por un sector u otro. El PP no se moverá porque siempre ha estado al servicio del vencedor, pero del PSOE no se fían y podría declinar la balanza por una parte u otra. Razón 5: Quieren cambiar parte del sistema institucional para incrustar mecanismos autoritarios en favor de esa clase dominante y por ello no quieren un PSOE que defendería dejar las cosas como están. Cuando Felipe González sale a decir que el gobierno esto o aquello, lo hace con una intención clara, “salvar” al PSOE para que trague con lo que quieren sus amigos de las élites económicas. ¿El precio que tendría que pagar Sánchez para que esto no pasase? Gobierno de coalición PSOE-Cs y PP. Hoy lo que les interesaría sería una refundación por el centro entre socialdemócratas y liberales.

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