Tenemos una clase política tan entregada a sus cosas y sus espectáculos que no se han dado cuenta, para nuestra desgracia, que sus tonterías de políticos, hoy, no interesan a nadie con dos dedos de frente. Entre los que ya viven subsumidos en el mundo de telecirco (donde hay que apuntar a políticos y políticas que luego se quejan porque la gente se ríe de ellos y ellas) y los que ahora mismo están entretenidos con los culebrones relacionados con lo futbolístico, deben quedar los fieles y poco más para darles palmas.

Pedro Sánchez se las prometía tan felices cuando nombró su nuevo “gobierno de la juventud” que no logró prever que cosa tan insulsa ocuparía las portadas dos días y poco más. La política carente de sustancia no atrae y para banalidades los medios de comunicación ya tienen otros temas más jugosos. Ni el cambio de gobierno; ni las estupideces que dicen unos y otros sobre Cuba (todos han estado callados con las matanzas en la muy mucho democrática Colombia); ni los dictámenes políticos del Tribunal Constitucional (que no era estado de alarma sino de excepción); ni lo que se dicen unos a otros atrapan la atención de las personas del común. Cualquiera con sentido común, sin necesidad de títulos universitarios, huye de una clase política totalmente alejada de las prioridades de la ciudadanía. Tan alejados están que Alberto Garzón todavía no se ha enterado que las críticas que le han llovido no eran por el consumo en sí de carne, sino por la imposibilidad que tienen millones de españoles para ingerirla.

A todo lo anterior súmenle que la mayoría o están de vacaciones o las están preparando. De ahí que haya dos culebrones (uno de ellos se intenta ocultar a la mayoría de las personas en lo que demuestra la táctica de ocultación de cosas de los poderosos) que tenga entretenida a la gente. Y no, no es el de Rociíto. El culebrón informativo de El confidencial con las perlas de cuñado o de sabiondo de barra de bar del todopoderoso Florentino Pérez concita la expectación matutina de una gran cantidad de personas. Saber si llama anormal a Cristiano Ronaldo y José Mourinho, si se atreverá con el “ingeniero de los tobillos” de Camas, si dedicará alguna perla a ministros y políticos, es mucho más entretenido y edificante que el teatro político. Cuando menos resulta menos molesto que lo político, entre otras cuestiones porque la gente se acepta de mejor forma en la calle y ya está cansada de que intenten enfrentarle con su vecino. Ver cómo un personaje que transmite serenidad o gran conocimiento de los secretos del mundo, se comporta como un canalla con total prepotencia, da vidilla.

También existe otro culebrón que preocupa más a los españoles que los dictámenes y sentencias del TC (como nunca falla en favor de las personas y cuando lo hace se lava las manos para que los poderosos no paguen por lo que hayan hecho, véase cuestiones bancarias), el culebrón Messi. No tanto por lo que vaya a suceder (acabará firmando como ha contado Rubén Uría) sino por todo lo que se mueve alrededor. Así la parte madridista, ya que su jefe les ha tangado otro año y no van a fichar al que le llevan vendiendo que harán (pensar que un constructor no va a gastar más en ladrillo que en jugadores, es no conocerlo), babean pensando en las dificultades económicas que la renovación del hispano-argentino ha desvelado. Ver cómo el otro grande está sumido en la podredumbre económica anima mucho.

Como son vasos comunicantes desde Barcelona se mofan de los grandes fichajes del Real Madrid, en especial el comerse hasta la campanilla la ficha de 30 millones de Bale, que nunca llegan. Ni Haaland, ni Mbappé, ni Camavinga, ni Bonucci, ni nadie por el que haya que pagar. Con un pasivo de 900 millones de euros aumentado en poco más de un año, no se piensen que vaya a sacar 150 millones, como poco, para fichar al deseado. Esperarán a que llegue gratis… si no se adelanta alguien antes. Esto pone cachondos a los culés.

Empero el resto de equipos están salivando, en algunos casos, y a la espera de poder hincarles el diente a los del duopolio. El trueque Griezmann-Saúl (que supone un verdadero disgusto para la afición del Atleti) y el fichaje de De Paul, el mantenimiento del bloque del Sevilla con dos retoques buenos, haber conservado a la mayoría de jugadores en los siguientes en la tabla pone cachondo a mucho aficionado. Por ello hay expectación en los culebrones Florentino y Messi, porque es el retrato de gigantes con pies de barro que están cayéndose. Luego la pelota pone a cada cual en su sitio pero ¿y si?

Ni aunque apareciese corriendo en bolas Sánchez por una playa, las personas mirarían a las cosas de los políticos. Igual lo hace Pablo Casado porque es tal su estulticia que puede llegar a caer más bajo (su nivel debe estar ya por el manto interior terrícola). De hecho, cualquier político que llegue a parecer normal y no una figura impostada tendría mucho ganado. Aquí lo que interesa, por hartazgo mayormente, son los culebrones veraniegos. Esos que generan risas. Esos que llevan a comenzar la berrea antes de tiempo. Esos que nos hacen más humanos, ¡coño! Sería injusto banalizar todo, en realidad en España hay muchísimas personas que se escapan con estas cosas de risas porque lo están pasando mal para llegar a fin de mes; porque saben que su mierda de trabajo puede desaparecer mañana; porque sus familiares están enfermos y no tienen una sanidad adecuada; porque hay muchas cuestiones que son fundamentales y quedan opacadas por debates estériles sobre Cuba o sobre cualquier otro país lejano que no les da de comer. Frente a la terrible realidad, mejor risas y gozadera para sobrellevarlo.

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