Poder, lo que se dice poder como “Gobierno de algunas comunidades políticas” (RAE) claro que se puede. Poder, como acción tomada tras un análisis exhaustivo y profundo de la situación, no es plausible. Las ofertas electorales siempre tienen mucho de voluntarismo y de intenciones pero en muchos casos no son realistas ni posibles. Este es el caso de la oferta que ha hecho Pedro Sánchez de subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 1.200 euros durante la legislatura. Una oferta que es resultona y de justicia social si se compara con los salarios que existen en países de la Unión Europea con un PIB similar al nuestro. Pero que sea de justicia no implica que sea posible por más voluntad que se ponga salvo que se sea un frívolo. También Podemos la propuso en su momento, aunque últimamente lo van fiando más a las posibilidades reales de implantación.

Curioso que quien por motivos económicos no quiso subir la última vez el SMI más allá de los 900 euros (su propuesta era de 800 euros antes de negociar), ahora se lance a ofrecer 1.200 euros sin analizar ni el estado de la macroeconomía, ni la estructura empresarial de España. Más allá del electoralismo, la realidad siempre manda y a día de hoy es imposible subir el SMI a esa cantidad salvo que se quiera arruinar a casi todas las pequeñas empresas, a los autónomos con trabajadores y a unas cuantas medianas. Especialmente en el ámbito rural, ese que quieren proteger y que llaman España Vaciada, una medida como esa supondría el cierre de muchas empresas que sobreviven. Si el SMI a 900 euros era medianamente sostenible, a 1.200 euros con todas las cargas que ello implica (calculen aproximadamente 1.600 euros por trabajador) supondría despedir a empleados o el cierre de negocios directamente.

Ocurre con los malos economistas que tan sólo se fijan en el salario medio, donde entran desde las grandes fortunas hasta los más bajos, y piensan que esos 1.970 euros brutos al mes indican una potencialidad de las empresas que deja mucho de ser real. Realmente el salario modal, el más común, es de 1.456 euros brutos. El 30% de los trabajadores españoles no llega a los 1.230 euros brutos al mes y un 40% se sitúa entre los 1.230 y los 2.100 euros brutos. Subir a 1.200 euros el SMI supondría empujar el resto de salarios hacia arriba, algo que ya la estructura salarial marca como complejo. Más allá de los empresarios como explotadores y como acumuladores de riqueza, lo que nos dice la estructura salarial es que España mantiene empleo reduciendo costes salariales para ser competitivos, especialmente, en el sector servicios y de las exportaciones. Además a ello se le añade la estructura empresarial española, constituida en su mayor parte por pequeñas y medianas empresas muy dependientes de los flujos de capital y de las crisis económicas.

Viene una crisis económica, aún no saben de qué magnitud los economistas, que es más comercial que financiera (aunque estén interconectadas ambas partes del sistema). Por tanto una crisis que penalizará a España por tener una estructura empresarial muy poco competitiva sino es por el abaratamiento de los salarios. Muchas pequeñas empresas van a límite entre IVA, impuestos diversos y costes de producción, por lo que aumentarles el coste salarial en medio de una crisis económica podría significar provocar el cierre de muchas de esas empresas. Al consumir menos las personas, una cooperativa de aceite pequeña en Castilla-La Mancha, por ejemplo, tendrían menos ventas y si se les aumentase el gasto en personal se quedarían sin beneficios o con pérdidas. Y así pasaría con peluquerías, tiendas de ropa, colmados y demás pequeñas empresas que sobreviven más allá de las fronteras mentales de los economistas de salón. España no es sólo Madrid, Barcelona, Bilbao y algunas capitales de provincia, sino miles de pueblos y ciudades pequeñas que se verían perjudicadas mientras la crisis frena el movimiento económico.

Guste o no a los proponentes del PSOE, siendo realistas, hasta dentro de cinco o seis años, cuando la economía española se sitúe cerca del 3,5% de crecimiento anual, no se podrá implementar el SMI a 1.200 euros. La realidad es muy tozuda por mucho que se ponga voluntad para hacer las cosas. Salvo revolución y cambio del sistema productivo, algo que no va a pasar, esa promesa electoral es aire. A día de hoy no se puede subir el SMI salvo que se quiera acabar con el tejido productivo de buena parte de España. La realidad es tozuda por mucho que el papel aguante casi todo y la justicia social esté en el fondo de la propuesta, pero es mentir sabiendo que no se podrá cumplir. Más si cabe cuando es una cifra redonda y no algo así como subiremos un 5% anual que es más difuso. Esa cifra, como los 800.000 empleos de Alfonso Guerra en 1982, puede ser un hándicap posteriormente. Otra cuestión es que no se sepa lo que puede pasar por la estructura empresarial y la crisis que ya está aquí con esa subida salarial, entonces estaríamos ante otro problema.

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