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La corrupción es un fenómeno sistémico en República Dominicana, sobre todo después de 16 años de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con Leonel Fernández y Danilo Medina como presidentes.

En esas cuatro legislaturas, la permisividad de las diferentes administraciones provocó que el país caribeño fuera, en porcentaje, el líder absoluto en el Caso Odebrecht, por ejemplo.

Esto no hubiera sido posible si no hubiese existido un escenario de absoluta impunidad contra los responsables de dichas conductas, tanto corruptos como corruptores. Un ejemplo de ello se pudo comprobar en las denuncias contra la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode) de Leonel Fernández que, según los documentos presentados ante los tribunales y a los que Diario16 tuvo acceso, funcionó como un órgano de recaudación y financiación del expresidente dominicano.

Luis Abinader ganó las elecciones en 2020 y desde la oposición de Fuerza del Pueblo y del PLD se le está culpando de situaciones heredadas de los anteriores gobiernos. Esto indigno, además de surrealista. Culpar al actual presidente de la corrupción sistémica que fue alentada por los que ahora están en la oposición.

El actual presidente dominicano aún no ha llegado al ecuador de su mandato y ya se le están exigiendo rendiciones de cuentas sobre procesos que requieren años para poder legislar e implementarse con todas las garantías democráticas y sin que los derechos de la ciudadanía se vean conculcados.

La corrupción, el legado de Leonel y Danilo

Abinader se encontró con un país en estado permanente de corrupción sistémica y luchar contra eso, de mano, es complicado. No se pueden esperar medidas en el corto plazo, sino que hay que atacar a la raíz. Ante esta situación, Abinader es consciente desde que juró su cargo que el problema tiene que ir acompañado de medidas efectivas desde la coherencia.

Uno de los mayores problemas a los que los gobiernos del mundo se enfrentan cuando pretenden luchar contra la corrupción es la propia corrupción judicial, una revolución pendiente, que genera impunidad tanto para corruptos como para corruptores. Esto no es algo que sólo se dé en República Dominicana, sino que en países como España, Estados Unidos, Reino Unido o Francia desde los tribunales se permite que determinadas empresas, bancos o familias poderosas vivan en la impunidad más absoluta.

Abinader sabía perfectamente que él lo tendría mucho más difícil que en esos países por el legado envenenado que le dejaban sus antecesores Leonel Fernández y Danilo Medina. No obstante, el presidente Abinader tuvo el valor democrático y ético de comenzar dicha revolución pendiente dándole independencia al Ministerio Publico de la Republica.

Odebrecht: un caso pendiente en la historia sin resolver donde la corrupción fue considerada “una nueva forma de hacer negocio”

La constructora brasileña Odebrecht pagó 92 millones de dólares en sobornos en la República Dominicana de Leonel Fernández, dinero que fue incrementado, además, con sobrecostes por obras adicionales o modificaciones de ingeniería y que no fueron adjudicados a través de concursos públicos, además de que esas concesiones se mantuvieron por medio de cambios en los contratos.

Las mayores adjudicaciones a Obebrecht se realizaron durante las dos últimas presidencias de Leonel. De este modo, Odebrecht se convirtió en la principal contratista de la República Dominicana.

El criterio de Leonel Fernández respecto a las personas condenadas por corrupción fue muy revelador.

Cuando despertó, Félix Bautista seguía en el Senado

Otro caso revelador de impunidad sobre la corrupción se encuentra en la figura de Félix Bautista, hombre de confianza y amigo de Leonel Fernández que ha estado implicado en múltiples casos de presunta corrupción. Sin embargo, parafraseando el cuento de Augusto Monterroso, «cuando despertó, Félix Bautista seguía en el Senado».

Tal y como indicamos en Diario16 hace más de 3 años, una parte de los beneficios que Félix Bautista obtuvo de contratos públicos durante la presidencia de Leonel Fernández y una parte de estos recursos fueron presuntamente percibidos por Leonel Fernández a través de Funglode y de una serie de cuentas bancarias.

A pesar de la oposición, el mundo alaba las políticas anticorrupción de Abinader

Las operaciones corruptas señaladas anteriormente son sólo una pequeña muestra de lo que los dirigentes del PLD y de Fuerza del Pueblo hicieron cuando estuvieron en el poder.

Abinader sabía la ingente tarea a la que se enfrentaba y se puso manos a la obra desde el primer día tras el juramento de su cargo en agosto de 2020. No había tiempo que perder porque la corrupción, además de lacra deplorable, hace perder a República Dominicana miles de millones de dólares, dinero que puede ser utilizado en políticas que mejoren la vida de la ciudadanía.

Por esta razón comenzaron los anuncios de importantes reformas que ya han sido aplaudidas por países como Estados Unidos. En concreto, ese reconocimiento vino de Robert Thomas, encargado de negocios de la embajada estadounidense en República Dominicana, quien no dudó en sentenciar que el gobierno de Luis Abinader, en apenas un año de trabajo, había logrado «investigar la corrupción y detener a personas implicadas en fraudes y manipulaciones, incluidos altos funcionarios que antes se consideraban intocables, así como a legisladores implicados en el tráfico de drogas, incluidos algunos de su propio partido. Su gobierno ha colaborado con los Estados Unidos en la formulación y propuesta de reformas institucionales. Un Gobierno democrático no puede funcionar sin el soporte y la rendición de cuentas de la sociedad. Juega un papel indispensable apoyando los esfuerzos del Gobierno en la implementación de estos compromisos de manera eficiente y justa, para el beneficio del pueblo dominicano».

Abinader sabe que la democracia no es una meta que conseguir porque República Dominicana ya es un país con un sistema político sólido pero muy lastrado por, precisamente, comportamientos corruptos como los permitidos y perpetrados desde 2004 a 2020.

Por esta razón, el presidente dominicano empezó a trabajar desde el primer día y ya ha implementado o presentado importantes reformas como, por ejemplo, el fortalecimiento del Ministerio Público, a través de una importante reforma constitucional, con el fin de terminar contra la impunidad y la corrupción.

Abinader fue claro y no dejó espacio a la duda cuando anunció esta reforma: «La democracia, la lucha contra la corrupción y la separación de poderes, no pueden depender de la buena voluntad de un presidente». Por eso es fundamental que haya garantías constitucionales a la hora de romper con una historia política que nunca se inclinó hacia la justicia, sino que mantenía la influencia del poder ejecutivo sobre el Ministerio Público. Eso no es sano para una democracia moderna.

Estas medidas, además de las profundas reformas en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado, han tenido como resultado, además del reconocimiento internacional, que República Dominicana se haya colocado en el TOP5 de Latinoamérica en su capacidad para luchar contra la corrupción por encima de otros países de América Latina como Venezuela, México, Panamá, Bolivia, Guatemala, Paraguay, Brasil, Ecuador, Colombia y Argentina.

En consecuencia, ni Leonel Fernández, ni Félix Bautista, ni todo el PLD están en posición moral, ética ni política para criticar por ineficiencia ninguna de las medidas planteadas por Luis Abinader en materia anticorrupción porque ellos son parte del problema y, desde luego, jamás podrán formar parte de la solución.  

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