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A medida que la crisis de contagios provocados por la variante ómicron, que ha afectado a todo el mundo, los sistemas sanitarios están mostrando sus debilidades y fortalezas. República Dominicana no es una excepción, pero, sobre todo, está mostrando las costuras de un sistema de salud enfocado desde los anteriores gobiernos en lo espectacular y olvidándose de lo que realmente necesitaba el pueblo.

En estos días se está acusando al servicio de salud dominicano de «deshumanizado», de falta de camas o de largas horas de espera para que los ciudadanos sean atendidos y, lo que es peor, las críticas se están basando en un análisis absolutamente cortoplacista que se olvida de las razones por las que la situación ha llegado a ser así. Lo triste es que no hay que mirar al actual gobierno, sino a los anteriores que dedicaron esfuerzo y millones de pesos en la construcción de grandes hospitales mientras se dejaba abandonada la atención primaria que es la que en primer lugar atiende las necesidades sanitarias del pueblo.

El anterior presidente de República Dominicana, Danilo Medina, tenía como «joya de la corona» la construcción de varios grandes hospitales, con modernos equipamientos, que le daban pie a lanzar una propaganda absolutamente populista que, el tiempo y la pandemia, han demostrado inútiles. – Publicidad-

Por el contrario, desde agosto de 2020 el pueblo dominicano, durante los meses más duros de la pandemia, cuando se estaban ya sufriendo las peores consecuencias del covid, pudo comprobar cómo los hospitales del Ejército y la Policía se ponían al servicio de la ciudadanía para dar lo mejor de sí mismos y demostrar que los militares y los policías son algo más que meros defensores de la seguridad.

La abnegación de las Fuerzas Armadas y de Seguridad de República Dominicana, poniendo su vida en peligro para salvar la de todos aquellos hombres y mujeres que pusieron su salud en manos de los médicos y el personal sanitario militar, fue un ejemplo evidente de que, en tema de salud, el pueblo tiene que estar atendido en sus más altas necesidades y no sólo en aquello que pueda beneficiar al gobernante de turno, porque eso es populismo y, como tal, da espectáculo pero no es efectivo.

La herencia que Luis Abinader ha recibido de Danilo Medina es terrible. Grandes infraestructuras que no cubren las necesidades reales del pueblo en materia sanitaria.

En el año 2019, el doctor Daniel Rivera fue muy claro al hacer un llamamiento a Danilo Medina en el que afirmó que en un país que, por aquel entonces, tenía un crecimiento económico del 7%, no era posible que se estuviera hablando que en República Dominicana hubiera todavía la enfermedad de la rabia, y que eso era consecuencia de que no existía una simetría entre las elevadas inversiones que se acometían en el anterior gobierno y las necesidades sanitarias de la población. 

Rivera también señaló que la sanidad ha de estar centrada en el paciente proporcionándole los cuidados que respondan a las necesidades concretas de cada enfermo, no de forma colectiva. Y puso varios ejemplos: el que es hipertenso, debe ser atendido como tal, igual que el paciente que padece de cáncer debe ser atendidos con su tratamiento correspondiente.

Esa diagnosis de la enfermedad de cada paciente se logra a través de la potenciación de las unidades de atención primaria (UNAP). Las grandes inversiones en políticas sanitarias tienen que empezar siempre desde lo más cercano al ciudadano y no al contrario, que fue la herencia que ha dejado Danilo Medina a Luis Abinader y con la que ha tenido que afrontar la pandemia. Aun así, la gestión del actual gobierno ha sido absolutamente transparente y los resultados de la misma, tal y como hemos publicado en Diario16, están ahí. Otra cosa a analizar e investigar son los intereses ocultos que, presuntamente, pudiera haber habido para aplicar una estrategia sanitaria de este tipo.

El modelo de Medina no es nuevo. En España, en la Comunidad de Madrid o en la Comunidad Valenciana también se priorizó en su momento la construcción de grandes hospitales públicos. Esto dio pie a un enorme aparato de propaganda política que ha dejado importantes fallas en la atención primaria que ahora está absolutamente desbordada por, entre otras cosas, falta de personal y de inversión que, en su momento, debió ir destinada a los centros de salud en vez de a hospitales faraónicos. ¿Son los gobiernos de estas comunidades autónomas los responsables directos de esas fallas?

Formación para la salud del pueblo

Por otro lado, está la educación y la formación de los jóvenes para responder a los retos que República Dominicana. Estos días hubo una importante reunión para determinar las becas que se iban a ofertar para que los estudiantes dominicanos perfeccionen sus estudios en el extranjero.

Una política educativa tiene que ir orientada a invertir dinero en formación para cubrir las necesidades del pueblo y, precisamente, las becas han de ir en ese sentido y no para satisfacer disciplinas que ya están perfectamente cubiertas.

República Dominicana no necesita tantos licenciados en Derecho o marketing, sino, más bien, en disciplinas relacionadas con la salud. Pongamos un ejemplo. Las jóvenes que en España obtienen su grado en Enfermería están muy cotizadas en todo el mundo. No en vano, en el Reino Unido, una ratio importante de estas profesionales sanitarias que trabajan en los hospitales públicos británicos son españolas. ¿No sería más efectivo becar a jóvenes dominicanas para que estudien Enfermería en vez de Derecho y, de este modo, cubrir las necesidades sanitarias del pueblo a través de la potenciación de la atención primaria? Lo mismo podría decir de los estudios en Medicina.

El Gobierno de Luis Abinader tiene todo esto en cuenta pero tiene que lidiar con la herencia recibida de Danilo Medina y con unos recursos económicos lastrados por una deuda externa insostenible que, posiblemente, sirvió para financiar la construcción de esas grandes infraestructuras hospitalarias.  

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