Día 5 de junio de 2017. El Banco Popular era un hervidero. Estaba viendo cómo las administraciones públicas estaban vaciando sus cuentas, un hecho que la Audiencia Nacional comenzará a investigar en breve porque esta retirada masiva de depósitos pudo contar con información privilegiada. A las 19.20 se envía un correo que incluye adjunta una carta de Emilio Saracho dirigida a Danielle Nouy, en la que el entonces presidente del Banco Popular afirma, entre otras cosas, que «También se están preparando planes de acción alternativos que podrían ayudar al banco a aumentar el capital y fortalecer su balance en un plazo razonable en ausencia de una alternativa de M&A, incluidas las ventas de carteras de REO para las cuales recibimos indicaciones de interés».

¿Planes de acción alternativos para ampliar capital? Sorprende sobremanera que Saracho afirmara eso cuando ese mismo día había recibido una carta del presidente del Deutsche Bank en España, Antonio Rodríguez-Pina, en la que afirmaba el interés de acometer una ampliación de capital para Banco Popular de 4.000 millones de euros, garantizando el 50% de la misma. Esta comunicación, además, afirmaba que ese movimiento estabilizaría al banco desde un punto de vista realista.

Ante esta carta de Rodríguez-Pina, Saracho respondió enviando un correo a las 13.57 del día 5 de junio en la que se rechazaba la propuesta del banco alemán:

Por tanto, a la hora en que envió la carta a Danielle Nouy, las 19.20, hacía más de cinco horas que Saracho había rechazado la oferta de Deutsche Bank. ¿Qué operaciones de ampliación tenía abiertas Saracho? ¿Las mismas que él calificó en el Congreso de los Diputados como propaganda comercial?

El contenido de la carta está lleno de contradicciones, pero, en lo referente al reforzamiento de capital, Saracho no dijo la verdad a Nouy y, por tanto, a Europa. Lo que queda claro es que el ex presidente del Popular estaba intentando cubrirse las espaldas de cara al BCE ante lo que iba a ocurrir al día siguiente: la resolución. Como veremos en próximas entregas, en el mismo documento Saracho habla de plazos posteriores al día 7 de junio cuando era perfectamente conocedor de que en ese mismo momento había dos entidades bancarias (Santander y BBVA) que estaban valorando la situación del banco para realizar una oferta en la subasta que estaba programada para después de la resolución. Saracho sabía a la perfección que veinticuatro horas después el Popular iba a ser intervenido porque el Proyecto Hipócrates estaba en marcha desde el día 3 de junio. Todo eso lo sabía, entonces, ¿por qué seguía intentando presentarse como un personaje de libro de caballería luchando con todo y contra todos para salvar al Popular cuando, en realidad, conocía a la perfección lo que iba a ocurrir al día siguiente? La respuesta a esta pregunta ya la conocen, pero, en los próximos artículos, veremos que las contradicciones de Saracho no acabaron ahí.

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