Los presupuestos generales del Estado que viene presentando el equipo económico del gobierno son fundamentales no tanto para España como para el propio gobierno de coalición. Significan la supervivencia política de la alianza que se produjo hace casi un año entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Una supervivencia de dos años cuando menos, que es lo que se calcula va a durar el efecto Covid-19 en las economías europeas. Luego habrá que ver por dónde vienen los disparos del Eurogrupo, de Alemania o del propio ritmo económico español. Unos presupuestos con aumentos de las partidas respecto al eterno “presupuesto Montoro” que es criticado por unos y alabado por otros, como suele ser normal en estos casos, pero que permitirían al gobierno aguantar esos dos años –ya se ha planificado que los siguientes pudieran no aprobarse y prorrogar estos mismos-, más los dineros que vengan de la Unión Europea como mecanismo de reflotación coronavírico.

Sin tener en cuenta que esta situación cualquier estrategia, da igual el partido como se verá, no puede ser analizada aportando más certezas que voluntarismo. El PP de Pablo Casado sabiendo que los presupuestos resultan fundamentales para la estabilidad gubernamental se opone a ellos atacando el aumento de los impuestos a las personas que más ingresos tienen. Saben que, en condiciones normales, ese aumento impositivo no supondrá más de 14 o 15 millones de euros al año… con suerte y si no hay elusión fiscal, pero le sirve para legitimar su discurso de la confiscación patrimonial y demás tics que ya son conocidos por todo el mundo. Ese mismo aumento impositivo sirve al equipo de gobierno para justificar que actúan en favor de una mayor solidaridad entre clases y en favor de los menos pudientes, a la vez que aumentan los impuestos indirectos (los más regresivos) y las cotizaciones a autónomos. Todos acaban justificando sus discursos con una medida que, más allá de si es de justicia social, no aportará un gran aumento en los ingresos generales de la hacienda pública. Ciudadanos ya se verá si acaban apoyando o no debido a los acuerdos que se establecen en otras leyes y materias a cambio de apoyos.

Unos presupuestos para dos años que es lo que calculan que durará como máximo la legislatura actual. Una vez que se hay reflotado la economía, que el gobierno tenga a mano poder decir que venció a la pandemia y puso a España en el camino del progreso occidental, el amor que se tenían terminará. Las divisiones dentro del Consejo de ministros, que son carne de prensa amarilla y no coinciden con los distintos partidos que conforman la coalición, no son tan exageradas como se presupone pero no es calma chicha lo que en Moncloa se cuece. Tanto los asesores de Sánchez, como los de Iglesias están deseando justificar una ruptura, más o menos civilizada, e ir a elecciones para sobrevivir cada cual. No se producirá el año que viene pues hasta que no haya una vacunación masiva y se pueda volver a cierta normalidad aguantarán. También lo harán para sacar adelante las leyes y reglamentos que entienden mejor se adaptan a los deseos de cada partido, y eso se logra en un año y poco más. De ahí pasarán al sentimentalismo que tanto gusta al camarlengo monclovita y cuando menos lo esperen los partidos de la oposición… a elecciones.

Salvo catástrofe y disputa demasiado intensa, hoy por hoy, no interesa a ninguno de los dos partidos romper el gobierno. Sí que se va a proceder a modificar el número de ministerios y algunas caras del Consejo, pero el límite de seguir hasta 2022 como poco está en la mente de todos. El año que viene, con sus retrasos, será congresual para el presidente Sánchez, quien espera darse un paseo militar en el mismo y reducir su ejecutiva a los más fieles y, especialmente, tomarse fría venganza de Susana Díaz. Izquierda Unida iba a celebrar su Asamblea Federal pero Alberto Garzón, a quien le están moviendo la silla, ha decidido que se retrase su celebración hasta bien entrado el año. No sólo por la pandemia sino también para mover sus hilos y salvar su pescuezo. Mientras tanto esperan que la derecha siga en su pelea destructiva para poder ir a las elecciones con mayor división a ese lado del espectro. Así pues, sabiendo que habrá muchas dificultades para aprobar otros presupuestos, estos se tornan claves para aguantar toda la legislatura… Si la Unión Europea no lo impide.

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