Si por algo ha destacado la clase dominante española ha sido por la prudencia en sus manifestaciones públicas. Salvo en los periódicos salmón, sus intervenciones en la prensa generalista (mucho menos del colorín) han sido escasas y escogidas. En general no necesitan intervenir públicamente para hacer saber sus posturas pues tienen acceso directo a los diferentes poderes públicos y los encargados de la CEOE (Ferrer Salat, Cuevas, Garamendi…) sólo han servido para fajarse en la arena de lo espectacular-político. Incluso en las peleas dentro de las distintas fracciones o entre fracciones de la clase dominante han ejecutado sus maniobras con la política de forma oculta, oscura y sangrienta. Véase el caso del robo del banco Popular por el banco de Santander que lleva varios años contándose en Diario 16. Por lo tanto, que la CEOE haya convocado un evento semanal donde están interviniendo todas las personas al mando de las grandes empresas (excepción hecha de Florentino Pérez que controla tres periódicos, al menos, para sus maniobras) es un hecho a destacar. La importancia del parón a causa del coronavirus, algo sobrevenido y no producto de ciclos económicos (aunque estaba algo estancada la economía), ha propiciado que la patronal, la clase dominante haya salido a la palestra para indicar el camino a la dirigencia política española. Da igual el color, aunque a algunos los deja en mal (o buen, que esto es como los gustos) lugar.

Por primera vez en mucho tiempo podemos conocer realmente los cómos, qués y para qués de la clase dominante no sólo en el terreno económico, que como base material de su poder es principal, sino también a nivel social. De primeras, paradójicamente, muestran más humanismo que los dirigentes de sus propios partidos políticos (bien por financiación directa, como el PP con el presidente de Mercadona y el banco de Santander y sus créditos en barra de hielo; bien por  apoyo en medios de comunicación). Tal vez mejor que humanismo cabría decir que muestran más comprensión social a causa de la pandemia, aunque en términos de explotación no muestren ningún tipo de pena, que los dirigentes del PP y Vox. Todos y todas han sido claros, lo primero preservar la salud de las personas mientras se trabaja hacia el futuro. Lo dicen la totalidad de jefazos de la clase dirigente el día que el sinsorgo de Pablo Casado afirma que no apoyará más estados de alarma si hay rebrotes y que hay que convivir con el virus mortal. Lo de este chico y su comprensión de las palabras raya ya el analfabetismo funcional, pero no es el tema del artículo y mejor seguir con lo principal. Retomando, la clase dominante ha decidido marcar el camino a la dirigencia política de forma clara y contundente. Una orden que esperan se ejecute en los mismos términos en que ha sido planteada y que no suponga discusión alguna entre unos y otros. Para ejecutar la orden la dirigencia política deberá dejar de dar vergüenza y dar muestras de total unidad en salvar la economía, las instituciones y la sociedad. Carlos Torres, presidente del BBVA, ha dicho lo siguiente: “Esto lo tenemos que hacer todos unidos y con consenso. Autoridades, partidos, sindicatos, ciudadanos, empresas…”. Juan Roig (Mercadona): “Es el momento de trabajar todos juntos por la reactivación económica” (aunque bien que se manifestaba con la borjamari borroka). Jordi Gual (CaixaBank): “Tarea [que la economía rebote] en la que debemos participar todos con un espíritu de unidad, encontrando un equilibrio entre posibles rebrotes y que la economía vuelva a funcionar”. Pablo Isla, presidente de Inditex, también ha incidido en el tema al expresa que «nos enfrentamos a una gran crisis para la que no hay soluciones mágicas ni fáciles, y de la que hay que salir buscando consensos lo más amplios posibles, con base en el diálogo social”. Lo mismo que dijo José Ignacio Goirigolzarri (Bankia) en clara advertencia a Casado. Unidad de todos los partidos para salir de esta mediante un fuerte compromiso y consenso sin alharacas innecesarias, estridencias o insultos continuados (de todos los partidos afirman). Se cuenta que en la calle Génova los derrames cerebrales por no entender nada son mayoritarios.

Carlos Torres, presidente del BBVA, con el pin de los ODS

Si esas tonterías y conspiraciones que se inventan en la derecha, especialmente en su sector mediático, deben quedar apartadas, conviene bajar al terreno que quiere pisar la clase dominante para el futuro más inmediato. Sorpresivamente, al menos por lo que dicen sus abigarrados chicos de la derecha política, toda la clase dominante se muestra receptiva a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esos de los que Casado y la ultraderecha han venido criticando y minusvalorando. Es de suponer que el presidente del PP esté buscando un pin de los ODS (como el que llevan las ministras y ministros) al ver que el presidente del BBVA lo portaba en su conferencia (tal y como pueden ver en la imagen). Así se ha expresado Torres: “La crisis nos brinda una gran oportunidad de que avancemos ahora decididamente en nuestras prioridades de largo plazo, no solamente para reactivar y para reparar el daño causado, sino para avanzar decididamente en los ODS y en la digitalización de la economía”. Miguel Antoñazas, de Viesgo (fracción energética), ha expresado su “apoyo a la transición energética, a la resiliencia frente al cambio climático y al desarrollo económico inclusivo en el reto demográfico”. José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona, ha confirmado que “Europa, con el Pacto Verde y el plan de recuperación Próxima Generación, se coloca a la cabeza del mundo en el esfuerzo por acometer de manera simultánea y única la crisis climática y la sanitaria. España puede ser parte de ese liderazgo con la aplicación decidida de medidas como la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, en trámite”, de ahí que haya que aprovechar “nuestra ventaja competitiva en el sector de la sostenibilidad social y medioambiental el cual es indiscutible en el mundo. Hagamos de ello el vector de crecimiento más importante de nuestra economía”. Antonio Brufau (Repsol): “El reto de la descarbonización es planetario, es tan colosal que vamos a necesitar todas las tecnologías disponibles”, y ha advertido que “el determinismo tecnológico nos ha hecho cometer muchos errores en el pasado”. En el PP deben estar como locos intentando descifrar lo que han querido decir y si supone dar la razón, que sí, al presidente del gobierno Pedro Sánchez. Esto no deja de ser el envoltorio de las verdaderas pretensiones, aunque marca un camino económico e industrial similar al marcado por el PSOE en su programa electoral (en parte también Podemos y Ciudadanos) como futuro en España.

En todas las fracciones ordenan a los partidos políticos que se mejore la burocracia, excesiva en algunos casos, y la legislación para la actividad económica. Roig (Mercadona): “Hay que eliminar las trabas burocráticas para el inicio de la actividad, con declaraciones responsables y silencio administrativo positivo”; o Isla (Inditex): “La seguridad jurídica será esencial para incentivar la inversión y la creación de empleo” (aquí el palo va dirigido al sector morado del gobierno). Por supuesto muchísima más presencia en la Unión Europea para generar competitividad está en el cuaderno de bitácora de la clase dominan, con recado al PP. Torres (BBVA): “Resulta crucial la respuesta europea. En un mercado único, la respuesta ha de ser única… Necesitamos que este programa [de créditos a fondo perdido y financiados] se ponga en marcha lo antes posible. Llegar tarde puede significar no llegar”. Ahora resultará que el presidente del BBVA es socialcomunista o algo por el estilo cuando señala que los fondos europeos son fundamentales y que en el PP deberían dejar de ponerse de lado de otros países y hacer patriotismo de verdad. Gual de CaixaBank defendiendo también los fondos europeos: “En esta ocasión Europa ha reaccionado de manera contundente, con un paquete de fondos que es importante que se administre muy bien y dirigirlo con efectividad a los sectores más afectados por la pandemia: sanidad, turismo, ocio, cultura, transporte o restauración”. Goirigolzarri (Bankia): hay que valorar “el papel fundamental que está desarrollando el BCE y las instituciones comunitarias [lo que demuestra que hay que] avanzar hacia la unión bancaria porque es la única forma para asegurar similares condiciones de financiación a las empresas europeas”. Lo mismo que dijo la ministra de Economía, Nadia Calviño, al llegar al gobierno y el PP le criticó. Que el dinero vaya a las empresas, vía financiación bancaria o directa, para así poder salir de la crisis económica como ha pedido Josep Oliu, presidente del banco de Sabadell: “Ayudar a las empresas es también ayudar al empleo y a las cuentas públicas” o “En las empresas de mayor tamaño las ayudas pueden ser de estructuras de capital híbridas con mecanismos de inversión público-privada”.

Esto no es lo único que han pedido, como pueden ustedes suponer, sino que han pedido al gobierno la reindustrialiación del país y la apuesta por la economía verde y de alto valor añadido. Isla de Inditex: “Tenemos un tejido empresarial con enorme potencial y debemos saber aprovechar nuestra presencia europea y los recursos que se disponen para dinamizar la economía y para ser más competitivos en las áreas que son claves como la digitalización, la transición ecológica, la educación o la sanidad”. Brufau de Repsol: “Hay que apoyar y promover la industria de España porque los países que cuentan con un mayor peso de la industria son más resilientes ante las crisis, [por eso] debemos crear industria nueva, desde luego, pero sumando ésta a la ya existente, pues es uno de los más valiosos activos estratégicos de España en estos momentos”. José Bogas, de Endesa: “Economía y medio ambiente ya no caminarán nunca más por separado. La sostenibilidad será la que nos saque de la crisis”. José Luis Aguirre de Ibercaja ha apostado por  la transformación de los sectores críticos y para ello nada mejor que una formación muy ligada al mundo empresarial.

Y para ello nada mejor que la colaboración pública-privada o, simplemente, privada en un alegato en favor de la clase empresarial, lo que supone un claro señalamiento de los sectores, gubernamentales o no, que cuestionan la labor empresarial de “forma demagógica”. Así lo ha expresado Entrecanales: “Creo que no hay duda de que es imprescindible la participación del sector privado (nacional e internacional) para salir adelante en la gran crisis que nos acecha, tanto por el enorme esfuerzo inversor necesario, como por la gran contribución empresarial a la financiación de lo público”. Oliu (Sabadell): “En las empresas de mayor tamaño las ayudas pueden ser de estructuras de capital híbridas con mecanismos de inversión público-privada”. Ana Botín también ha dejado claro que lo fundamental “es minimizar la intensidad y la duración de la recesión a la que nos ha arrastrado esta crisis sanitaria, sin generar un nuevo deterioro de la distribución de la renta, de la riqueza o de las oportunidades en nuestra sociedad y manteniendo el máximo empleo que podamos, ayudando a las empresas a sobrevivir”. ¿Han leído en algún momento pedir que se bajen los impuestos y demás propuestas que suelen hacer desde el PP? No. A ver si les bajan los impuestos, genial, pero no lo están pidiendo, aunque sí advierten que nada de subírselos con tasas COVID u otros inventos. Marcan el territorio impositivo pero sin pedir bajadas, aunque Botín sí ha pedido “un pacto de reformas de nuestros mercados, mediante el diálogo social”, lo que es indicativo de pérdidas de derechos para la clase trabajadora. Pero los demás mandamases no han dicho nada en ese sentido. De hecho el mensaje de la clase dominante se resume perfectamente en las palabras de José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) quien ha advertido que “vamos a dejar una deuda pública gigantesca como herencia a las generaciones futuras”, por lo que ha pedido dejar “un país mejor, con reformas que lo hagan más competitivo”. Para ello ha incidido en “acelerar el proceso de reformar la estructura económica para no llegar tarde a esta nueva revolución industrial cuyo tren está ya en marcha”.

Todo esto que han podido leer hasta el momento, el cónclave empresarial continúa toda la semana, les sonará mucho más a los discursos que suele ofrecer el presidente del gobierno, la ministra de Economía, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, o los que quedan en Ciudadanos o el PNV. Con matices es un discurso similar y muy diferente al que plantean desde el PP o la ultraderecha. Realmente quienes están en la batalla cultural, en la biopolítica y demás postmoderneces, salvo algún sector de Podemos (más por publicidad que por práctica) son los partidos de derechas. Desde el gobierno defienden que no se recorten derechos a la clase trabajadora y desde la clase dominante que no se les grave más. Y en esas están conciliando o peleando, pero el grueso del discurso a futuro es muy parecido. Deben estar las cabezas de Rosell, Rubido o Marhuenda en fase de recomposición porque no han de entender que, con los matices propios de la clase dominante, el gobierno socialcomunista tan peligroso para la unidad de destino de España, en materia económica, se sitúe cerca de las propuestas de la patronal. Esas batallas que plantean en sus medios de comunicación sobre nimiedades que no sirven para alimentar, salvo algunas mentes infectas, no se corresponden a la realidad. Igual que el gobierno siga la senda de la clase dominante habla mal de él (o no) pero deja claro que quienes no lo hacen son los esbirros de esa misma clase. Incluso dentro de la clase dominante las distintas fracciones tienen peleas entre ellas (los de menos valor añadido suelen ser los que más se quejan de los derechos laborales y los impuestos), pero dada la coyuntura existe una clara conexión entre poder político y poder económico. ¿Quiere decir esto que les gusta el gobierno de coalición? No y si pudieran harían una gran coalición pero ni Ciudadanos suma (por eso Albert Rivera acabó en su casa), ni Casado es válido para estas lides. Así que aguantan e intentan influir en el gobierno para caminar por la misma senda. En el PP siguen con sus reliquias del pasado, su pensamiento económico desfasado (ni una sola Escuela de Negocios trabaja ya sus planteamientos), su pequeñez de miras y su odio. Un odio y bronca que los poderosos han dicho que ya es suficiente.

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